Nadie se libra de poder padecer estrés, independientemente de su edad, sexo o situación social, y con consecuencias distintas: para algunos, supondrán irritación y tensión emocional; para otros, por el contrario, se manifestarán preferentemente en forma de molestias físicas y aumento del riesgo cardiovascular, entre otros. Por si fuera poco, el estrés puede provocar estragos en la mente, pues contribuye a la aparición de depresión, ansiedad o insomnio. Desgraciadamente, es muy difícil relacionar el estrés con la causa principal de ciertas enfermedades, por lo que a veces, aunque se tratan las consecuencias, no se soluciona la causa.