Una de las principales funciones de la escuela reside en propiciar a edades tempranas un desarrollo óptimo de las capacidades infantiles. Para cumplir con esta función básica, el centro escolar necesita asumir que el lenguaje es, sin duda, el medio de comunicación y representación por excelencia y la herramienta más poderosa y eficaz para la adquisición de los aprendizajes escolares. Tal vez la conquista más importante que los niños realizan en sus primeros años de vida sea el aprendizaje de su lengua materna. El lenguaje desempeña un papel crucial en el funcionamiento interpersonal y cualquier limitación de la capacidad lingüística del niño tiene un impacto negativo en su desarrollo. A partir del lenguaje se producen las primeras interacciones sociales con su entorno y se sientan las bases de futuros y más complejos aprendizajes. Se sabe que en los procesos de elaboración del lenguaje hablado intervienen, fundamentalmente, tres grandes estructuras neuroflsiológicas: el aparato auditivo encargado de la recepción de los estímulos, el sistema nervioso central encargado de la elaboración del lenguaje hablado y el aparato resplratorlo-fonoarticulador órganos y músculos respiratorios, laringe, faringe, fosas nasales y cavidad bucal. El desarrollo lingüístico requiere que el sistema auditivo funcione adecuadamente, que el sistema nervioso no esté afectado y que el aparato fonoartículador esté libre de lesiones, además de la disposición del niño para interactuar con sus semejantes. Pero con independencia de la contribución del organismo en los procesos de adquisición del lenguaje, no pueden dejarse al margen las variables relacionadas con el contexto.