Algunas personas manifiestan su abierto desinterés por ser jefes; deciden, entonces, asumir el papel de subordinado durante su vida laboral; exhiben argumentos como: problemas adicionales e innecesarios, hacer informes, lidiar con personas difíciles, más trabajo, descuidar la familia, nuevos problemas de salud, entre otros. Tal vez en algún momento, cambian de opinión y reorientan la vida hacia un logro fascinante: ser jefes con todas las de la ley.Otras, por el contrario, no solo sueñan con ser jefes, sino que hacen todo lo posible por lograrlo, pensando en lo que significa dirigir personas, ascender en la escala jerárquica, ser reconocidos como líderes. En su proyecto de vida, es clara la visión de la jefatura con sus alcances y responsabilidades; se preparan y buscan con insistencia su crecimiento personal, profesional y como jefe.Para unos y otros, elaboro el presente texto, con dos objetivos: i) Motivar a los indecisos y apoyarlos en el arte de ser jefe, y ii) Fortalecer el desempeño de aquellos que son jefes. Ambos propósitos para virar de la idea del simple jefe hacia el de Jefe Líder.